Es públicamente sabido, que en los pasados días, se ha cerrado un capítulo de la historia del Reino Unido, con el fallecimiento de la Reina Isabel II, un persona longeva, y que sin duda fue protagonista y partícipe de infinidad de hechos históricos a todo nivel, a lo largo de su casi centenario de vida. Y no es que personalmente me atraigan las monarquías, o me interese alguna cuestión relacionada con reinados, asuntos políticos o gubernamentales.
Éste episodio no va de Reinas ni Reyes, simplemente menciono el tema porque lleva varios días en las noticias, y mas allá del personaje relevante, existió un ser humano que tuvo el privilegio de vivir en éste mundo 96 años y algunos meses, que además fueron acompañados de buena salud casi hasta el minuto final, lo que no es menor, y ya desearía mas de uno, si pudiera elegir su suerte.
En lo que me quiero centrar es en las cuestiones de la edad, y lo rápido que pasan los años. Hace unos días, estaba recordando el principio de los años 80s, cuando un familiar tuvo un pequeño accidente en su coche. Y a pesar de que había sido un incidente bastante menor, resulta que escuchando la radio como cada día por aquellos tiempos, en uno de los resúmenes informativos, para mi sorpresa, un locutor daba cuenta del hecho, y a la hora de referirse a mi pariente, lo hizo como “el anciano que conducía el vehículo”.
En aquel momento yo apenas era mayor de edad, y el protagonista del accidente -por lo que recuerdo- aun no había cumplido los 65 años. Así que si bien me parecía que quizá lo de referirse a el como anciano… era pasarse un poco, confieso que en mi cabeza existía cierto concepto de que las personas de 60 años, eran viejos. Y no había forma de que me hiciera a la idea de cómo sería tener esa edad, pero sobre todo resultaba impensable hacer ese recorrido, que multiplicaba por 3 y pico lo que uno había vivido hasta ese momento.
Y aunque resulte evidente, quizá no estaría de mas recordar que la expectativa de vida de las personas ha ido incrementándose con el paso de las décadas. Y del mismo modo la edad de jubilación, y tantos otros aspectos del día a día. Con ésto no estoy diciendo que alguien cercano a los 65 años en los 80s se pudiera considerar un anciano, pero no es menos cierto que en las últimas 4 décadas todo ha cambiado mucho, y quizá el periodista de aquel día, -la verdad no lo recuerdo- puede que también fuera de mi edad, y los años que le llevaba mi pariente, le hicieran expresarse respecto a el, de forma digamos… poco afortunada.
Pero centrándome en las sensaciones de tener 18 años, la forma en la que uno ve el mundo a esa edad, pero sobre todo como percibe a las personas de 60 años o mas, creo que eso no ha cambiado mucho, y me animaría a decir que incluso ese período vital que separa a las generaciones, cada vez es mas grande. Y me refiero a que cada vez a menos edad los adolescentes ya viven en su propio mundo, y parece ser uno muy diferente y alejado del de sus padres, por lo que muchos mas respecto del de sus abuelos.
Así que antes al igual que ahora, quien tenga 15 o 18 años, cuando escucha cosas sobre la importancia de la salud, y ve a personas mayores en su vida normal, siente que no tienen nada que ver con él. Y a pesar de que con la mayoría de edad uno se va asentando y teniendo las cosas un poco mas claras, sigue arrastrando conductas de niño, como no aceptar consejos, y creer que el que los da, habrá vivido otra cosa, y por eso hay que experimentar por uno mismo, porque no debe ser tan así como lo dicen.
Nada ha cambiado, y como el niño pequeño aquel al que se le dice “no toques porque te vas a quemar”, termina tocando porque hasta que no le ocurre no lo entiende, así se van sucediendo las generaciones, y todos vamos pasando y quemando esas etapas, hasta que nos damos cuenta que hemos dejado atrás aquellos tiempos en que nos parecía que nunca llegaríamos a ser mayores, y de no aceptar consejos, ya hace rato formamos parte de aquellos que los dan, y no les son aceptados.
Nos hemos distraído un poco… y de hijos, hemos saltado a padres, e igual sin enterarnos ya estamos en la categoría de abuelos jóvenes. Así que casi sin darse cuenta, uno mira su carnet de identidad, y resulta que ya está mas cerca de los 60 que de los 50… y llegados a éste punto es inevitable viajar en el tiempo a velocidad de la luz, para recordar aquellas sensaciones de cuando veíamos y hablábamos con sexagenarios. Pero resulta que de vuelta al presente, hoy ya estamos casi ocupando ese espacio, y la realidad es que son otros los que nos ven con esos “ojos” que no hace tanto eran nuestros.
Y es fácil de entender pero no tanto de asimilar, porque en el fondo o incluso mas a flor de piel, uno no siente que tenga la edad que tiene, pero ya sabemos que “los años no vienen solos”, y ya se encarga la naturaleza de que no tengamos tantas dudas sobre en que parte del recorrido estamos. Aunque siempre nos queda aquello de que “la edad es la que se siente y no la que se tiene”. Pero más allá de un juego de palabras para algunos, y un posible “engaño” psicológico para otros, creo que en la mayoría de los casos por mas que uno asuma lo evidente, a todos nos cuesta un poco creer que las cosas hayan ido tan rápido, con el agravante de una sensación de aceleración permanente.
Me refiero a que por ejemplo a los 10 años, 1 verano nos parece que fuera 1 año.
A los 18 estas tan desesperado por cumplir la mayoría de edad, que todo es color de rosa, porque se abre una nueva etapa que llevabas esperando mucho tiempo, pero a partir de ahí, los años ya son de 365 días. Y cuando te das cuenta de que formas parte del club de los 30, inmediatamente parece que alguien empieza a manipular el tiempo, y te roba algunas de esas 365 jornadas o 366 cuando toca bisiesto en nuestro calendario gregoriano.
Y la sensación no va a mejor, porque a los 40s se empieza a mirar hacia atrás y suelen aparecer muchas dudas que distraen, con lo que los días pasan más rápido. Ya en los 50s uno se da cuenta de que el camino solo es hacia adelante, y no le apetece complicarse con tonterías, así que simplifica, pero aun así no consigue entender como es posible que cosas que creía habían sido no hace tanto, ya ni se ven echando la vista atrás intentando recordarlas.
Y así se va acercando mas a las 6 décadas que a las 5 que ya ha cumplido, y entonces da un vistazo a su alrededor, se compara… e intenta pensar que está mejor que el resto, porque o bien es cierto, o al menos no profesa la estupidez de querer parecer lo que no se es, como ocurre con unos cuantos (de ambos sexos) que pretenden seguir vistiendo y viviendo como si tuvieran 30 años menos, y a veces dan incluso vergüenza ajena compitiendo con sus propios hijos, vecinos, o familiares.
Y puede que sea buen momento para decir que toda ésta reflexión no nace de un sentimiento de esos que se conoce como “depre”, muy por el contrario, es simplemente una toma de consciencia del camino recorrido, y del que uno espera que aun le quede por recorrer. Eso sí, teniendo claro desde hace un buen rato… lo de “juventud divino tesoro”, pero sobre todo aquellas palabras que decían nuestros mayores y hoy tienen mas sentido que nunca… “la salud es lo primero”, porque “todo llega, y todo pasa”.